LA QUINTA VEZ QUE NOS CITAMOS EN SEVILLA

La principal novedad de la Cita en Sevilla de 1.988, en lo que se refiere a asuntos extramusicales, fue que el Ayuntamiento renunció a ser “manager” y no contrató directamente a los artistas, como venía siendo habitual. En parte por el revuelo que organizaron el año pasado los empresarios sevillanos, y en parte también por ver si así, siendo menor la inversión pública, el grupo popular (bueno, y Rojas Marcos, que seguía látigo en mano) dejaba de echarles en cara los estrepitosos fracasos económicos anteriores y les daba menos caña, cosa que a priori sí que consiguieron. El Ayuntamiento seguiría asumiendo todos los gastos de infraestructura necesarios, más de cincuenta millones de pesetas, pero ya ni la Junta de Andalucía ni la Diputación aportarían capital, y la contratación de los artistas que constituirían la programación correría a cargo de iniciativas privadas.

La consecuencia inevitable de esto, y la que más nos afectaba a los espectadores, era que el precio de las entradas iba a aumentar mucho, quedando este año en torno a las mil quinientas pesetas cuando se trataba de artistas de primera fila, que aunque ahora parezca barato, en aquellos años era una pasta importante para un joven, ya fuese universitario, currante o parado. De lo que se recaudase por taquillaje el Ayuntamiento se llevaba un porcentaje que variaba según el contrato específico que hubiese firmado con cada uno de los organizadores privados. De lo que se trataba era de que el taquillaje quedase en manos de los empresarios hasta un caché y unos costes de organización preestablecidos, y lo que sobrase (cuando sobrase, jejeje…), es decir, los beneficios, se repartirían a partes iguales entre el organizador y el Ayuntamiento.

Al igual que se venía haciendo en los años anteriores, los espectáculos de la Cita comenzaron a rodar durante la Feria, esta vez con programa triple, desde el jueves 21 al sábado 23 de abril, con el ambicioso espectáculo de Los Cantores de Híspalis con la Royal Philarmonic Orchestra de Londres.

En aquella segunda mitad de la década de los ’80 las sevillanas se pusieron muy de moda en toda la geografía española, y en Madrid no paraban de inaugurar salas rocieras que enseguida se llenaban de famosos del papel couché que iban allí a bailar y a alternar, y servían de tirón para que la bola ne nieve siguiese creciendo. Fueron unos tiempos espléndidos para Los Cantores de Híspalis, los cuales contaban las ventas de sus discos (de platino, por supuesto) “Gente güena” y “Danza” por cientos de miles. Éste último era el que estaba recién salido al mercado cuando tuvo lugar esta Cita, y en él participaba la Philarmonic londinense poniendo un pretencioso respaldo musical a las sevillanas. Y aunque en sus actuaciones habituales, los Cantores, obviamente, no podían contar con tan fastuoso respaldo, para la inauguración de la Cita decidieron echar la casa por la ventana y traerse a la Royal Philarmonic al audiorio del Prado para montar un espectáculo llamado “Con la música a otra parte”, en el que además de la Royal iban a intervenir todos los elementos que habían tomado parte en el disco. Ellos mismos actuaban como empresa organizadora.

El problema es que a la gente de Sevilla les pareció más divertido gastarse las mil pelas de las entradas en manzanilla (creo que por entonces todavía no se había inventado el asqueroso rebujito) y escuchar las sevillanas in situ en el Real de la Feria, y al concierto no fue ni el Tato. Así que tras varios años de éxito en el inicio de las Citas con la Mondragón, Sade y Miguel Bosé, en éste hubo un fracaso de tal magnitud que las pérdidas económicas ascendieron a TRECE MILLONES de pesetas. La iniciativa privada comenzaba haciendo aguas. Aguas mayores.

Anda, que si lo llegan a saber se hubiesen metido en esto “por los cojones”, como me decía el Fali, amigo polinganero de patadas al balón (y padre de Falete); y encima habían ampliado las dos fechas previstas iniciales del jueves y el viernes porque el concierto que tenían previsto el sábado en Málaga se les cayó y tenían ya contratada a la Royal… setenta y cinco tíos con habitaciones individuales en un hotel de Rota, tres autobuses a su disposición para moverse, ayudantes para transportar el equipo, siete millones de pelas para ellos y casi otro tanto para viajes, alojamiento, comidas, atenciones… la ruina. Una ruina de la que tampoco se libró el Ayuntamiento, porque se encontró con que no podía recuperar ni una sola peseta de la inversión en infraestructura de los posibles beneficios. Bernardo Bueno era otro de lo que también estaban contentos… “mira que les dijimos a los Cantores que solo actuasen una noche… pero no… ellos no solo no se conformaron con las dos que les dimos al principio, sino que encima pidieron una tercera…”. Y es que, como siempre, la culpa de todo se la echaron a él “por no haber programado esto antes del comienzo de la Feria, cuando los sevillanos están todavía ansiosos por escuchar sevillanas y tienen menos alternativas de diversión”… tócate los güevos!

El jueves 28 comenzó el rock, de la mano de Kruiz, a los que teloneaban los españoles De Calle, un grupo heavy del que nunca más se supo. Yo tampoco estuve allí esa noche para apreciar la música de Kruiz, una banda rusa que, para ser de heavy metal, eran bastante comedidos, porque ni bebían más que coca-cola, ni fumaban… seguramente por eso los dejarían salir de Rusia, para que nos mostraran que eran el crisol en el que se fundían las juventudes socialistas de la Perestroika. El líder del grupo, Valery Galyna, había sido incluso galardonado por el Partido Comunista ruso con la distinción de “mejor guitarrista de la Unión Soviética”, porque siempre se había negado a tocar con músicos occidentales, por eso creó este grupo hacía ya siete años. Las letras que cantaban eran de su compañera, Olga, y hablaban casi exclusivamente de paz, porque los del grupo decían que en su país el rock no se empleaba como protesta contra el modelo de sociedad en el que vivían (…tuviera que ver… por la cuenta que les traía) , sino solo para dar a conocer la música.

Que por aquí viniese a actuar un grupo heavy de un sitio tan raro como Rusia, fue sobre todo debido al empeño que puso el concejal Luis Pizarro (hermano, como sabéis de Juanjo, el guitarrista de los grupos de Silvio y Dogo, y de Manuel, de los Reincidentes), que a través del colectivo “Artistas por la paz”, que estaban vinculados a Comisones Obreras (Luis era de Izquierda Unida) y eran los que estaban preparando la gira del grupo, se enteró de las fechas en que iban a andar por España e hizo unas llamadas para gestionar que tuviesen también una parada en Sevilla. Seguramente los del colectivo acabarían arrepintiéndose de haber hecho caso a Pizarro, porque con este concierto perdieron un millón de pesetas.

Entre los pocos que se dejaron ver por el auditorio para escuchar a estas bandas estuvo nuestro amigo Maese Rancio, que nos cuenta sus impresiones:

“Vientos de cambio”, que cantaba Scorpions. La veterana banda rusa de heavy Kruiz cruzó el Telón de Acero para aterrizar en la “Cita en Sevilla”. Los que allí asistimos lo hicimos más por curiosidad que por ser seguidores de la banda, a la que, en aquellos tiempos sin internet, yo juraría que no conocía nadie entre los asistentes. El trío de bajo, batería y guitarra eran la base del sonido de los rusos (voz aparte, claro) que tocaban un speed metal más que correcto. También usaron un teclado para hacer la intro de una canción que me pareció un pelín larga. En resumen un concierto que atrajo a curiosos por ver como sonaba un grupo heavy ruso y que al final no defraudó.

Poco tiempo después llegué a ver un vinilo de Kruiz a la venta en “Sevilla Rock” y en el 89 se celebró en Rusia el “Moscow Peace Festival” con Ozzy Osbourne, Scorpions, Mötley Crüe, Bon Jovi y la banda local Gorky Park entre otros. Los propios Bon Jovi hicieron de padrinos de los Gorky Park, a los que ayudaron a lanzar un disco a nivel mundial aunque su repercusión fue escasa. “Winds of change”.

Antes de que se organizase un nuevo evento en el Prado, la Cita se paró el fin de semana porque en la noche del viernes al sábado se celebró en el Palacio de los Deportes del Polígono de San Pablo el festival “Andalucía abierta”, del que seguramente hablaremos más en profundidad en alguna otra ocasión. Ahora solo os diré que aquello fue una cosa muy desigual que comenzó a las seis y media de la tarde de la mano de José Manuel Soto, para seguir después con Javier Ruibal, Paco Ortega e Isabel Montero, los Viceversa sin Sabina ni Pancho Varona, Gwendal, Raúl Alcover… para ir dejando durante la noche el camino abierto a los más rockeros: 21 Japonesas, La Dama se Esconde, Ana Curra, Semen-Up, los Secretos, Brighton 64, Siniestro Total, Os Resentidos, Micky (el antiguo), que también ejerció de presentador, los Inhumanos, con strip-tease de una chica incluído, Ketama, Martirio, Ricky Amigos, para algunos geniales y para otros de vergüenza ajena, Sendero Luminoso, los sevillanos Picapiedras y Baldomero Torre… algunas cosas no pegaban demasiado, por eso Juana la del Revuelo se había bajado del escenario a las dos y pico de la mañana apenas después de haber interpretado un par de tangos y bulerías porque la gente no le hacía ni puto caso… y es que, como decía ella misma en los vestuarios deportivos, apañados como camerinos (por los que pude deambular porque estábamos retransmitiendo aquello para “Radio Aljarafe”), …”la noche no está pa ná… y este público no está pa esto…”.

En la Cita en Sevilla el primer lleno se produjo el martes siguiente, día 3 de mayo. Y en realidad no fue un lleno absoluto, porque en el Auditorio cabían más personas de las 6.500 que habían entrado con todas las localidades que se pusieron a la venta, cosa que solamente consiguieron en toda la Cita Duncan Dhu esta noche, y Gabinete Caligari diez días después. Es cierto que algunas de las figuras internacionales que pasaron también por aquí recaudaron en taquilla más pasta que ellos, pero eso fue porque las entradas eran más caras, porque en lo que respecta al número de espectadores, ninguno logró batir los récords de estos dos grupos españoles.

Duncan Dhu atrajo sobre todo a un público que comenzaba a dejar atras la adolescencia y que les gradeció con constantes muestras de entusiasmo el desfile de canciones, muy conocidas la mayoría, que la banda iba desgranando. Yo debí ser la excepción de la regla que marcaba que había que divertirse, porque durante toda la noche no dejé de pensar que la delicadeza que tenían las melodías de la banda quedaba estropeada por no dejarlas sueltas y que nos empujasen con su fuerza natural, y es que los Dhu se empeñaban en imprimirles una potencia artificial a base de martillearlas con un bajo atronador que, más que darles una mayor pegada, cosa que no necesitaban unas canciones líricas y soñadoras como las suyas, les arrebataba toda su fuerza melódica. Con lo bien que hubiesen quedado dejando que las guitarras llevasen la función rítmica librando al bajo y a la batería de la carga de poner en movimiento los cuerpos de los espectadores…

Antes que ellos subieron al escenario a calentar el ambiente los miembros de la nueva formación de Albania, una banda sevillana que ya actuó en la primera de las Citas cuando aún se llamaban SS 20. Ahora les había fichado una discográfica grande, como Zafiro, y tras haber echado de la banda a Víctor y tomado Manolo el mando, hacían unas canciones en las que la brillantez anterior la tapaban ahora con maquillaje comercial para que les dejasen entrar en las radio-fórmulas.

Y la noche siguiente tuvimos un nuevo descanso en la Cita, pero esta vez forzoso, ya que la lluvia obligó a suspender el concierto de Aute, que venía a presentarnos su nuevo disco, “Templo”.

El jueves 6 de mayo fue el día en el que pudimos ver a la flor y nata de la música rockera sevillana, como todos los participantes no se cansaron de decir durante los días previos: Kiko Veneno, Silvio y Sacramento y Pata Negra, según el orden de actuación.

Aunque ya llevábamos escuchando en directo las canciones de “Fantasía Occidental” durante mucho tiempo, en realidad el disco todavía no se había llegado a editar, solamente había salido el single esta misma primavera con aquellas canciones semanasanteras, así que el concierto de esta noche era, aparte de la ineludible cita de Silvio con este evento, parte de la promoción de dicho disco, cuya salida ya sí que era inminente.

Unos días antes, en uno de los descansos en la grabación del programa que hizo con Jesús Quintero, el propio Silvio hablaba de lo que iba a ser el concierto de la Cita:

Po yo que sé… que vamos a tocá el día 6. Yo creo que estaremos hora y pico, depende de la gente, y haré tó mis temas nuevos, en eso he quedao con el Pive… güeno, si me acuerdo de las letras, porque hay uno del que me cuesta trabajo acordarme, pero creo que de aquí a entonces ya me la habré aprendío… sí, sí, ése, “Swing Maria”… a la gente le gusta musho, cuando salió se quedaron tós como las cabras, loquitos de contento; no ha habío nadie que se haya quedao como los cocodrilos, con los dientes abiertos…

Y loquitos de contentos se quedaron todos los asistentes cuando al final de la noche asistieron a la insólita reunión de los tres grupos tocando al unísono “para darle gloria al público”, como decía Raimundo Amador. Fue uno de los mejores momentos, no ya de esa noche, sino de todo el rock simpático sevillano, ver ya al final a Raimundo a la batería y a Silvio entonando algo así como

Mi caballo se bebió
cubo y medio de aguardiente…
Viva mi caballo y yo…

que era una de esas canciones a las que Silvio se refería como “canciones de la cuatro de la mañana”… que vete tú a saber de donde salían, y ni tenían autor ni ná….

Ese fue el broche de oro al “mejor cartel que podía salir de Sevilla”, según afirmaba Pive Amador sin cortarse un pelo… y en realidad no le faltaba razón, porque Silvio era la estrella más genuina, Kiko era por entonces el mejor autor de canciones del país (o casi) y Pata Negra era el grupo más internacional de Andalucía, como lo demostraba el hecho de que poco después de terminar este concierto partían para New York a comenzar una gira americana y posteriormente europea. Silvio interpetó rock, Pata Negra flamenco y Kiko… canciones de toda índole, como era habitual, e incluso estrenó dos o tres de las nuevas que tenía para su posterior reencuentro con Raimundo en unos nuevos y fallidos Veneno: “A la Habana yo me fui”, “Buscando la vida”, la adaptación que hizo de “Palabras para Julia”

Pata Negra provocaron una conmoción, nunca estuvieron más cercanos a la genialidad que en estos momentos, y además se veía como los hermanos se divertían sobre el escenario tanto o más que los que estábamos abajo. Dos guitarras y la voz de Rafalillo, para hacer un concierto de blues que iba y venía del flamenco, del rock, o de lo que se terciara, de lo que les diese la gana a ellos, porque no había dúo de guitarras capaz de hacerles sombra. Por aquel entonces Raimundo todavía tenía esa mirada niña que derretía las cuerdas…

Ya quisiera yo haber salido igual de contento seis noches después, el día 12, del concierto de Joe Cocker. El caso es que la noche se presentaba muy bien, había dejado de llover y el concierto salía adelante contra todo pronóstico, porque hasta solo un par de horas antes nos temíamos que éste también se iba a suspender como el de Aute, o el de Rocío Jurado de dos días antes, aunque ése solamente se aplazó una semana. En la cola para entrar, muchísimas risas, porque me había tocado delante Terry White, aquel pivot que estaba en la primera formación del Caja San Fernando, y que era tan payaso fuera como dentro de las pistas de basket. Muchísima gente joven también en las colas, algo que me sorprendió un poco porque yo pensaba que Joe era para los más puretones, pero se ve que la publicidad que sacó de “Oficial y caballero” y de “Nueve semanas y media” había sido todo un revulsivo. Por lo tanto es normal que éste fuese el concierto que más dinero recaudó de toda la Cita, más de siete millones y cuarto de pelas (superando en unas 300.000 al de Rocío Jurado), aunque, como ya os dije antes, no fuese el que más gente reunió.

Al salir de allí aquella noche, yo pensaba que Joe Cocker ya estaba acabado para siempre, sin embargo, apenas tres años después, cuando le volví a ver en el Auditorio de la Cartuja formando parte del heterogéneo elenco de “Leyendas de la Guitarra” me congracié con él. En apenas tres o cuatro canciones derramó más pasión y energía aquella otra noche que en este nefasto concierto… joé, si hasta el “Unchain my heart” que era su canción estrella del momento, brilló más en la macarrónica versión que hizo Silvio una semana antes…

De todas formas, a la gente pareció gustarle bastante lo que oía, porque no faltaron canciones para todos los gustos: las de las pelis mencionadas antes, para los más jóvenes y últimos reenganchados; o “Feelin’ alright”, “The letter” o “You’re so beautiful”, para los seguidores “de toda la vida”. Y por supuesto, “With a little help from my friends” para todos… y anda que no le vino bien ni ná la “ayuda de la amistad” que le proporcionaron las fabulosas negritas del coro, que le tapaban todos los defectos vocales.

Tampoco es que la noche siguiente fuese más animada. En cuanto a público, sí; ya os he comentado antes que los únicos que lograron vender todas las entradas que se pusieron a la venta habían sido los Duncan Dhu, y ahora también Gabinete Caligari. Y no se parecieron solo en eso estos dos grupos, sino que parece que Jaime Urrutia había creado escuela con su forma de cantar, y Mikel Erentxun el otro día hizo lo mismo que Jaime esta noche: cantar todas las canciones igual. Y claro, así no fueron capaces de crear la atmósfera conveniente para sacar adelante un espectáculo musical, que pierde mucho con estas interpretaciones tan planas y homogéneas.

La gente disfrutó de todas formas… y a estas alturas del texto ya me está entrando complejo de inconformista retroactivo… con el camino a la gloria de Gabinete, que desde Soria hasta el mercado americano había hecho una pequeña parada en esta Sevilla que se supone que tanto sabe de toreo, y que tan bien supo apreciar los pases airosos de esta banda tan cañí. Lo dicho, al final, ovación, oreja y vuelta al ruedo… ea.

De teloneros tuvieron a un grupo malagueño (concretamente de San Pedro de Alcántara) que se llamaba Cuerpo Diplomático, que eran un sexteto comandado por Maite Martinez, una chica que cantaba de una forma tan blandita que solo merecía la pena escucharla pasándola por el tamiz de una buena cerveza. Y eso es lo que hice, irme a la barra huyendo de una canción horrorosa que presentaron como “Vieja mansión”. Por aquellos días tenían en circulación un miniLp que se llamaba “Cartas credenciales”, pero, la verdad, ignoro si llegaron a seguir algo más adelante.

El domingo, 15 de mayo de 1.988, fue uno de los días más grandes de todas las Citas, junto al de los Kinks de hace dos años. Éste fue el día que subió al escenario Frank Zappa para, ayudado por otros once músicos a los que dirigía magistralmente, dejarnos una sucesión de piezas suyas y ajenas, engarzadas en una suite que todavía permanece en la memoria de los que estuvimos allí.

Estuvo casi el mismo tiempo con la batuta que con la guitarra, pero cuando pulsaba las cuerdas de su Fender sacaba unos sonidos tan cálidos, tan sugestivos, tan… indescriptibles. Con aquel ropaje de una sección de viento de cinco componentes, a cual más polivalente, había veces que costaba pillar qué pieza estaban interpretando, pero cuando llegaba a reconocer algunas de mis favoritas, “Montana”, “Cosmic debris”, “Willie the Pimp”, “My guitar wants to kill your mama”… me quedaba alelado con la forma en que Zappa había sabido recrearlas; las había recompuesto, alterado; solo un genio tan corrosivo e irredento como éste hubiese sido capaz de escribir de nuevo aquellas partituras cambiándoles el sabor de esa forma, pero es que muy pocos músicos sabían tanto de estructuras musicales como Zappa.

Y su grupo, no ya solo con los vientos, sino con los teclados, las percusiones, las voces… una orquesta ensayada al milímetro pero que aún así era capaz de encontrar resquicios para improvisar en medio de aquellos intrincados nuevos arreglos. Fantástico el teclista Bobby Martin y su soberbia demostración vocal cuando entonó el “Whipping post” de los Allman Brothers poniendo el punto final a unos bises densos y espectaculares en los que engarzó el “Bolero” de Ravel con el “Stairway to heaven” de Led Zeppelin, en el que la voz cantante la llevó esta vez el guitarrista, Ike Willis… y es que allí todo el mundo sabía hacer de todo.

Su impronta iconoclasta salió a la luz en un bloque en el que estuvo aderezando clásicos beatlelianos con notas de su cosecha, pero la gente se extasiaba cuando reconocía “Norwegian wood”, “Lucy in the sky with diamonds”, “Strawberry fields”, en aquella manufactura sónica no tan espectacular por sus trucos, sino por reflejar un modo de comportamiento sobre el escenario que tendría que sentar cátedra. Hasta el tema de “Bonanza” sonaba cool.

“Pues mira, aquí que hemos venido a ver a una leyenda”, me decía un antiguo compañero de carrera al que me encontré entre la gente. Uno más entre los casi cuatro mil doscientos espectadores que anduvimos por allí; muy pocos para los que se merecía este “genio del rock and roll”, como lo anunciaban los carteles. Un genio que comenzaba a apagarse precisamente en estos meses en que estaba haciendo, sin saberlo, su última gira. Hubo suerte de que casi todos sus conciertos, incluído éste, fuesen grabados para algún proyecto futuro que nunca llegó a hacerse realidad. El de Barcelona, que tuvo lugar dos días después que éste, fue retransmitido por la segunda cadena de TVE y existen buenas grabaciones de él, así como otras, extraídas de aquí y de allá, formando parte de singles y recopilaciones, de donde he extraído el “Stairway to heaven” y el “Bolero”. Del concierto de Sevilla también llegó a editarse de forma oficial una de las piezas, este “Strictly gentle” que escucharéis ahora, que formaba parte del disco “Make a jazz noise here”, que Zappa editó tres años más tarde. Ahí al final podéis escuchar gritando y aplaudiendo a todos los que anduvimos por allí.

Cuando alguna figura del mundo de la música para por Sevilla, sobre todo si además se le ve moverse en algunos ambientes concretos, siempre sale algún chismorreo sobre él, o se corre algún rumor que nunca llega a concretarse en nada. Le ocurrió ya, por ejemplo, a Ian Dury, al que incluso le adjudicaron amoríos con alguna dama sevillana. Y también ocurrió con Zappa, ésta vez hasta haciéndose la prensa eco de ellos. Se publicó que Zappa se había quedado tan alucinado con Sevilla que le había propuesto a Bernardo Bueno, el Delegado de Cultura del Ayuntamiento, la grabación de una “ópera flamenca”, con Paco de Lucía, el Camarón y el Tomatito… aunque a mí me olía más a que algún socialista cachondo mental había querido meterle a su compi de la oposición en el consistorio, el Montoya, la parte ésa que rima con su apellido, en vista de lo que a éste le gustaba darse el pisto de adelantar noticias “culturales” en la página de cotilleo que mantenía en el ABC. Y no es que no me crea que Zappa alucinase con Sevilla, sino lo del flamenco; sobre todo porque a Zappa era un género que no le interesó en absoluto, y cuando lo descubrió decía que no lo entendía, y que le aburría.

No fue ésta la primera vez que se habló de proyectos de esta clase; no mucho tiempo después, cuando John Zorn anduvo de conciertos por Sevilla, también se dijo que había quedado alucinado con la forma en que la gente le tocaba las palmas… ya sabéis, con ese ritmillo por seguiriyas con que a veces el público obsequia aquí a los intérpretes, sobre todo cuando pide algún bis. Y se aseguraba que Zorn iba a componer una pieza musical con ese rítmo como base. Aunque nunca llegó a hacerlo, al menos que yo sepa. Seguramente tan solo fue un rumor; sin embargo de John Zorn sí que me hubiese creído lo de la fusión de flamenco con cantaores y guitarristas, porque él sí que se maravilló con este arte, y sobre todo con Camarón; y eso sí que lo sé de primera mano… porque fue a mí a quien se lo dijo.

Zappa volvió a Sevilla un año después con la pretensión de venderle a los organizadores de la Expo un proyecto de orquesta étnica formada por músicos de muchos países tocando todos a la vez instrumentos étnicos, combinándolos con música electrónica y los instrumentos habituales de una orquesta filarmónica. El asunto no coló, y tras pasar una noche en “La Carbonería”, con Gualberto, Javier García Pelayo y otros amiguetes más, parece que se dirigió a Madrid a ver si Juan Barranco sí picaba, aprovechando que allí también iban a organizar fastos del Quinto Centenario.

El martes, 17 de mayo, se dieron cita en el auditorio más de cinco mil personas para asistir al concierto de Rocío Jurado, trasladado a esta fecha a causa de la lluvia del día 10. Un bombazo que también llenó los bolsillos del promotor, que era Angel Arias, el propietario de la famosa discoteca “Zaira”, que parece que le pilló el gustillo a esto de organizar conciertos después del éxito que tuvo cuando trajo a Cicciolina, y para la Cita en Sevilla se atrevió con Rocío y Serrat. De momento, en este concierto recaudó prácticamente siete millones de pelas, con unos beneficios que le arreglaron el cuerpo para una temporada.

Según parece, los espectadores se dejaron arrastrar por las portentosas cualidades artísticas (no hay por qué negarlo) de la diva, y salieron muy contentos de su espectáculo. Les dio todo lo que esperaban e incluso más, no solo todas sus canciones más conocidas, sino incluso una fiesta flamenca, con ella en “cantaora”, para terminar los bises con un fandango sin acompañamiento después del “Clavel” dedicado a Sevilla, ya en plan apoteosis. Incluso se atrevió con el “Feelings” de Morris Albert… en inglés!

Y el martes 19 de mayo tuvo lugar el habitual Festival de la Canción Femenina, que ya llegaba a su cuarta edición y en el que entre las participantes estaba la que acabáis de escuchar ahí arriba, Cristina Luengo, a la que recordaréis porque aquí la declaramos “vencedora moral” de la primera edición, y que fue la única participante que apareció en dos ediciones del certamen sin haber sido la ganadora de alguna edición previa. Su interpretación de este año nos volvió a traer rocanroll por derecho y, lo que es más importante, comprobamos como había pulido algunos de los defectos que se le notaban en la primera edición. De algo le tenía que haber servido capitanear durante casi un año a una banda punkarra sevillana llamada Metralla, quienes antes de eso habían sido los problemáticos Montón de Guardias Civiles Muertos, y habían cambiado su nombre con el cambio de su cantante por Cristina. La canción que ella eligió para este nuevo Festival fue una versión muy particular de los Dead Kennedys (otro nombre encantador), a la que ella lamaba “Fernando”.

Y no fue solamente en Cristina en la que se notó una gran mejoría, sino en todas las participantes en general, ya que esta edición supuso un “salto de calidad” con respecto a las anteriores, que se notó no solo en las ganadoras, sino también en las que quedaron atrás.

Para elegir a las doce finalistas que actuaron en la Cita hubo antes que hacer una criba con las ochenta participantes que se inscribieron en total, que esta vez se llevó a cabo por completo en el Teatro Duque, lo que empezaba ya a indicar un cierto distanciamiento de Pepe Benavides de este proyecto que era, cada vez más, la niña bonita de Pive Amador.

Y precisamente el Pive, por azares del destino, volvió a encontrarse un montón de años después como jurado de otra de las participantes de este Festival.

La de la foto de ahí arriba y la que canta la canción son la misma persona, con veinte años de diferencia. Joana Jimenez era en 1.988 una niña de diez años educada en las artes de la peineta y el abanico, que hoy en día reina entre sus pares tras su triunfo en la primera edición del multitudinario programa “Se llama copla”.

Este festival no lo ganó, quedó en segunda posición, pero sin duda ha sido la chica a la que la vida ha deparado un triunfo mayor de todas las que participaron en estos festivales. No es que sea éste de la copla nuestro palo favorito pero, bueno, ya sabéis que aquí estamos abiertos a lo que haga falta… y si queréis saber más cosas de ella, de su disco, de sus actuaciones, pues te remitimos a su página web oficial.

De la otra participante que también venía con canción española, Maika Fernández, no se supo nada más, así como de las participantes con canciones melódicas, Elena Rodriguez, Ester Romero, María José Márquez, que entonó un bossa-nova, Clara González, con una canción francesa… ni tampoco de las rockeras más light, como el cuarteto de Las Niñas o la jerezana Montse Rueda. Sí volvimos a ver por los escenarios sevillanos a Michelle Anderson, una negrita de Los Angeles que posteriormente formó como vocalista en el grupo de soul Ragtime. Y sobre todo a las que formaron el podio junto a Joanna.

Puede ser discutible que precisamente las tres chicas que actuaron en los últimos lugares fueron a la postre las que ganaron los tres primeros premios, pero después de todo las reglas de un buen espectáculo dejan claro que la traca siempre va al final, y no cabía la menor duda de que en aquella ocasión resultaron ser las que más juego dieron. Y también, aunque en distintos niveles, las tres siguen aún en activo.

La tercera posición fue para Elena García, a la que presentaron como cantante de “funky blanco”, y aunque hoy en día se haya especializado en el formato acústico-íntimo, como podrás comprobar accediendo a su página de MySpace, aquella noche se presentó en el escenario ataviada con una chaqueta a lo David Byrne, es decir, varias tallas más grande, y poniéndole voz a una canción del segundo disco de los Simply Red, “I won’t feel bad”.

En años posteriores montó el grupo La Bruja Maruja y Sus Granujas junto a unos cuantos músicos locales, y a partir de 1.992 se fue a Londres, donde además de tener dos hijos y un gato también ha tenido numerosos proyectos musicales, en los que continúa. Así y todo, alguna vez ha vuelto por aquí, como en aquella ocasión en que vino expresamente a Málaga a participar en el programa que por entonces hacía Marifé de Triana en Canal Sur, “Lo que yo te cante”, en el que grabó una impresionante versión del “Rescue me” que durante mucho tiempo fue el vídeo de cabecera de mi hija Celia, aún pequeñita, y una de las piedras sobre las que comenzó a basarse su afición por el soul y la gran Aretha.

Y la gran triunfadora fue Lourdes Rodriguez Carvajal (aunque el Rodriguez desapareció enseguida de su nombre artístico), una chica que por aquel entonces prácticamente debutaba con el micro, aunque siempre se había movido por la llamada “Escuela Sevillana”. Esa noche se puso a James Brown por montera, y cantando en un lindo dialecto vikingo no muy distinto al que Silvio solía emplear en sus actuaciones, se llevó al jurado de calle.

Lourdes también intentó posteriormente hacer carrera en Gran Bretaña, pero se volvió pronto de allí, y de nuevo en Sevilla unió su carrera profesional y también personal a la de Antonio Samuel Rodriguez, al que todos conocéis como Antoñito Smash, y actúa junto a éste por los escenarios de esta parte de Andalucía y de los de más allá que pueden llegar. Y la verdad es que a veces incluso llega a restarle el debido protagonismo a Antoñito, como ocurrió en Utrera, donde en un momento determinado del concierto le comenzaron a llover a éste algunos gritos para que se callase y dejara que cantase solo la chica… lo que habla muy bien del gusto musical de los utreranos. Nuestro amigo Yinyerbeiquer estaba allí.

Esa tarde fuimos a ver a Antoñito Smash. Tocaba en un pub del centro, un local pequeño. Esperaba un concierto en familia aunque la cosa fue aún peor. Íntimo casi, porque aparte de Antoñito Smash, su mujer y apenas otro músico estábamos Media Mandarina y yo, algún que otro transeúnte aburrido y… Rogelio. Quien lo conoce sabe que no es precisamente la clase de persona que invitarías a una fiesta en tu embajada (en el poco probable aunque no despreciable caso de que llegaras a tener una).

Empezó cantando la estrella, que causó entre el respetable una sensación que si pudiera trascribirse sería mediante aquello de “ZZZZZZZZZZ” que ponían en los tebeos, aunque la cosa se recuperó bastante cuando su mujer tomó la voz cantante. Pero ¡ay! poco dura la eufonía en la casa del pobre y hete aquí que Antoñito volvió a empuñar el micrófono para dejar claro que lo de su mujer no había sido sino una guest starring; cuando, de entre el público, es decir, Rogelio, se oye salir una súplica a voz en grito “¡noooo! ¡tú nooooo! ¡que cante ellaaaaa!!!!”.

La boca de Antoñito masculló un sonido que podríamos transcribir con otra de esas cosas que ponían en los tebeos, “mcgntotuputmdr”… o algo así… ponle tú mismo las vocales.

El fin de fiesta del Festival femenino corrió a cargo de los siempre divertidos Baldomero Torre y sus Cuchillos Afilados, que estaban presentando debidamente las canciones de su primer disco, que fue el primero que se editó en el sello Mano Negra; antes incluso que el de Silvio.

Y el otro gran fiasco económico de la Cita de este año llegó el domingo, día 22. No es que estuviésemos en familia, como con Antoñito en Utrera, pero que el promotor de un concierto de Leonard Cohen pierda tres millones de pesetas por traerlo a Sevilla da que pensar.

El concierto de Lenny no estuvo nada mal; se presentó distinguido, sobrio, con otros siete músicos tan efectivos y discretos como él y dos chicas para los coros que sí se hacían notar bastante más. Los que estábamos allí seguramente nos hubiéramos entregado sin condiciones a cualquier cosa que nos ofreciese, y lo que hizo fue darnos sus clásicos irrenunciables: “Dance me to the end of love”, “Bird on the wire”, “Joan of Arc”; no faltaron tampoco canciones nuevas de su “I’m your man”, como la del título o el ahora ya famoso “First we take Manhattan”… con el “Suzanne” se hizo de rogar y la dejó para los bises, acompañándola con el “Hallelujah”, y “So long, Marianne”. Incluso interpretó alguna canción prescindiendo de la banda y apañándoselas él solo con un teclado que tenía el bajo y los rítmos secuenciados, pero eso sí, las dos chicas no le faltaron tampoco. Un tipo elegante y un concierto rebosante de buen gusto.

Unos días después Leonard Cohen tenía que haber actuado también en Badajoz, pero el concierto se suspendió a causa de la lluvia, y el manager desapareció de la ciudad con los seis millones y medio de pesetas que había cobrado por anticipado… se ve que el hombre tenía ganas de recuperarse de cómo palmaron en Sevilla.

Dos días después de Leonard la estrella era Serrat, pero esta vez no fui a su concierto. La verdad es que tenía miedo de que se pusiese a cantar todos aquellos tangos a los que se había aficionado recientemente, y que ahora paseaba por las televisiones. Pero no, fue un concierto de los habituales suyos, con todas las canciones que todo el mundo conocía. Como siempre, brilló ante un público entregado de antemano.

El viernes 27 tampoco fui a la “Noche Afrojamaicana” protagonizada por The Wailers. Su concierto tenía que haber tenido lugar una semana antes, el día 20, pero había sido desplazado al 27 con bastante antelación, no recuerdo bien porqué. Esto tuvo como consecuencia que desapareciesen del cartel los Ghetto Blaster, y fuesen sustituidos por Ray Lema. Esa noche fue una de las que menos público asistió, pero recuerdo que en algún otro lugar de este blog alguien mencionó una vez este concierto, así que desde aquí le invito a que nos cuente alguna cosa de él en los comentarios.

El sábado por la mañana los que subían al escenario del Prado serían Espinete y sus amigos del “Barrio Sésamo”, pero a mí ya me pillaba muy mayor y parece que los papás sevillanos estaban demasiado ocupados para acercarse allí con sus hijos, porque este show, propiciado por la TVE, fue otro de los que mayores pérdidas económicas tuvo en esta Cita.

La gente parecía haberse aburrido de la Cita tras el concierto de Zappa, porque dejando aparte algo tan casero como el certamen de canción femenina, solamente Serrat dio un concierto que repartiese beneficios, todos los demás resultaron con pérdidas. Y todavía quedaban dos… que también fue de los que más pasta perdieron: más de tres millones de pesetas entre ambos.

En las pérdidas del martes 31 de mayo colaboré también yo activamente, porque fui uno de los que no se presentó a escuchar a Olé Olé. El grupo que abría la noche, Dulce Venganza, sí que me interesaba, sobre todo porque Benito había conseguido aglutinar un grupo fantástico con (además de Lola, claro) Miguel Ángel Montero, en la guitarra; Manolo Sutil en la batería y Jesús Arispont en el bajo, pero las canciones de sus “veinticinco años de cultura televisiva” ya las había escuchado en directo varias veces (la última hacía poco, cuando tocaron en Dos Hermanas con Los Secretos), y me parecía demasiada penitencia para disfrutar de ellas tener que aguantar después a Marta Sánchez con sus medias de malla y sus bodies estilo primera época de Madonna… y encima vendrían creciditos después de que los locos de la Coca-Cola les hubiesen dado 100 kilos por un contrato de publicidad… creo que entonces fue cuando me pasé del todo al vodka con limón…

Supongo que esa noche Benito notaría la falta de asistencia de todos nosotros y le jodería bastante, porque unos días antes de la actuación decía lo siguiente:

Cuando tocamos el año pasado con Radio Futura me fijé atentamente en el público, como siempre hago, y me alegré de ver caras nuevas… menos mal, porque es triste actuar para los incombustibles rockeros de siempre…

Me temo que esta noche solo vería “caras nuevas”, que no estaban allí precisamente por él. Joé… a lo mejor los rockeros incombustibles hicimos mal dejándolo solo aquella noche…

Y ya solo quedaba la despedida. El último concierto de esta Cita. Y aunque siempre he sido algo reacio a tragarme un concierto entero de blues clásico, los antecedentes que tenía de este artista me hicieron cambiar de opinión y allá que fui.

Y no me arrepentí, porque a James Cotton le gustaba cambiar el punto de vista que tenía la gente sobre los blues. La gente espera escuchar música triste, pero él solía insuflarles alegría a todas esas canciones antiquísimas que recuperaba junto a composiciones propias y otros clásicos más modernos y mucho más conocidos.

No es que no interpretase ninguna balada, que sí prestó su voz aguardentosa para dejarnos cuatro o cinco de ellas, rotundas, de una intensidad emocionante. Pero donde sobresalían él y los siete músicos que componían la Chicago Blues Band era en la alegría, que nos contagiaron llenos de espontaneidad y fuerza interpretativa. Porque el buen hacer musical no está reñido con la diversión, y estos tipos se lo pasaron de puta madre tocando, sobre todo el guitarrista gordinflón Michael Coleman que, sin perder el ritmo ni una vez se montaba unas juergas increíbles, que nos llevaron a a soltar alguna carcajada incluso en algunos de los momentos más tensos de sus interpretaciones. El único blanco del grupo era el teclista, Tomas O. Heindal, que se movía a toda velocidad por entre aquellos blues, supongo yo que para no quedarse atrás en la marcha que tenían todos aquellos negros, sobre todo cuando el bajista, Tim Green, le azuzaba metiéndole marcha. Todos ellos hacían resaltar la opacidad de la armónica de Cotton en su labor de hacer que aquello no fuese una simple y lánguida noche de blues. Fue una pena que hubiésemos tan pocos espectadores para apreciarlo.

Los números finales decían que aunque el número de asistentes a los distintos conciertos había descendido en proporción (solamente se habían vendido 60.573 entradas en todos los conciertos del Auditorio), la recaudación total obtenida (48 millones de pesetas) había sido superior a las que se habían obtenido en las anteriores Citas, prueba evidente de lo que os decía al principio sobre el incremento en el precio de las entradas que supuso la intervención de la iniciativa privada en la organización.

Los empresarios privados se repartieron estos ingresos de forma muy desigual, porque esos 48 millones eran bastante menores que el total que se gastaron en los cachés de los artistas, que ascendió a 70 millones. Eso hizo que algunos tuviesen grandes pérdidas, aunque después las compensaran con los patrocinadores que tenían, o con los seguros que habían suscrito antes; otros se limitaron a cubrir gastos y dar gracias a Dios, y alguno que otro se forró, como el mencionado Ángel Arias, que con su empresa de Bética de Espectáculos decidió seguir tentando a la suerte, y aprovechó la invitación de Bernardo Bueno para que los empresarios siguiesen usando durante el resto del año el Auditorio del Prado, y el 3 de junio nos trajo a El Último de la Fila, y en septiembre, una vez pasados los calores, a Miguel Bosé y a Mecano.

En lo que respecta a las cuentas del Ayuntamiento, los gastos totales fueron de unos 56 millones de pesetas, en realidad cinco más de los previstos, porque esta cantidad se utilizó para compensar un poco las pérdidas (para que luego digan que los políticos son mala gente, jejeje) de los promotores que trajeron a Leonard Cohen, los Wailers y James Cotton. Y de las distintas empresas colaboradoras, inscripciones y ambigús solo recuperó seis millones, por lo que las pérdidas de este año “se limitaron” a cincuenta, que como siempre, se consideraron “una rentable inversión de futuro”.

Pero después de todo, aún con pérdidas, la experiencia de colaboración entre organismo público y empresas privadas fue considerada positiva por ambas partes y se decidió que se mantendría para la próxima Cita, aunque, eso sí, esta vez el Ayuntamiento no se iba a limitar a poner la infraestructura para que actuase la iniciativa privada, sino que pretendía cobrar un cánon por la prestación de sus servicios y vigilar para que los promotores ajustasen los cachés con los artistas y éstos no pidieran cantidades disparatadas, como había sucedido con alguno este año… pero eso ya será una historia que tendrá lugar a partir de “la sexta vez que nos citamos en Sevilla”.

66 comments

  1. Vidal

    Pero Lali, vaya concepto el que tienes de mí! Que yo en el fondo soy un chico sensible!

    De todos modos, yo creo que te equivocas en lo que dices: ahora mismo hay muchísima más diversidad en esto de la música. Lo único que pasa es que la nómina de héroes es mucho menor… posiblemente porque internet ha traído más democracia a esto del escuchar discos, y ya no tienen tanta importancia las campañas promocionales.

    Y la prueba misma está en Sevilla. Sólo en los dos últimos años se ha publicado una buena cantidad de discos por parte de grupos de la ciudad, con un nivel alto o incluso sobresaliente (hasta hay grupos que tienen reconocimiento internacional, para que veas). Una breve (e incompleta) lista de grupos a vuelapluma: Orthodox, Ursula, Pony Bravo, Maga, Salieri, Tannhäuser, Blacanova, The Baltic Sea, Las Buenas Noches, Southern Arts Society, Dani Llamas, Marina Gallardo, Montevideo, Bikini Red, José Casas y la Pistola de Papá, Perla, Lovely Rita, Unable… de todo, como en botica: pop, rock, metal, shoegaze, folk, parodias de Radiohead, techno, ambient, cosas raras, cosas menos raras. Todos, eso sí, con disco publicado y en la calle, que si hablamos de los grupos maqueteros el número se duplica o triplica… y eso que he pasado de largo por esa veta inagotable que es el hip hop, ojo.

  2. Doy fe de lo que dice Vidal, la cantidad de grupos se ha multiplicado, sobre todo si tenemos en cuenta los grupos maqueteros o con discos autoproducidos, al igual que se han multiplicado los locales de ensayo de pago, los festivales o los concursos de maquetas.

    Otro de los cambios que me llaman la atención es la calidad de los grupos maqueteros. Obviamente los medios técnicos y su precio son otros, y eso allana el terreno, pero creo que se puede afirmar que en general, los músicos (amateur, me refiero) tocan mejor actualmente, veo más nivel técnico. La pena es que eso no redunde buena parte de las veces en una música más interesante.

  3. Me alegro de que el Radioblogin’ funcione de nuevo… y a lo mejor es buena idea, una vez que nos cansemos de los grupos sevillanos de los ’80, poner después otro con los de los ’90 y otro con todos los actuales, que como dicen Vidal y Zambombo son montones y montones….

    Y, jejeje… D. Vidal, aunque se haya picado usted, no puede dejar de reconocerle a Lali que de todos los nuevos, los mejores y de más reconocimiento son los más ruidistas y experimentadores: Orthodox, Tannhauser, Blacanova, Ursula… bueno, Marina a lo mejor es la excepción, pero si hay una excepción es que hay un regla…

    Bromas aparte, es cierto que de nuevo experimentamos una explosión indie, y hay una gran alternativa underground, como también apuntaba hace varios comentarios nuestro amigo Losmi. Así que lo mejor que podemos hacer es disfrutarla, por si acaso se acaba como las anteriores…

  4. lu

    Yo creo que siempre ha habido buenos grupos en Sevilla, ¿no? Unas veces más, otras veces menos, pero a pesar de las dificultades (nos ponemos a contar y no paramos) siempre ha habido gente con arte y ganas.
    Está muy bien el Radiobloglin´, Carrascus. No conocía esa canción de Entresuelos, qué gracia.
    Besos!

  5. Pues Lu, la canción está extraida de un disco que editó Trilita en el ’88 que se llamaba “Nuevas ideas para una vieja fábrica”. Y que fue una buena idea también la forma de editarlo… el Paco Trilita le echó imaginación a la cosa y nos fue pidiendo 1.000 pelas por anticipado a todos los que quisiéramos tener una copia del disco cuando se editase, así consiguió pasta para sacar adelante el proyecto. Y la verdad es que luego consiguió una edición muy bonita y muy buena, con un estupendo diseño y un fanzine acompañando la música de los catorce grupos que lo componían. Muchas de las canciones de ese disco están en el Radioblogin’, pero no todas, porque de la mayoría de los grupos había dos en el disco, y yo en el Radioblogin’ solo he puesto una de ellas.

  6. Vidal

    Pues yo me lo compré a posteriori… y debo decir que las acuarelas con las que está hecho fueron pringando los vinilos que había a su lado, hasta que decidí meterlo en una bonita funda de plástico. El Trilita: siempre una de cal y una de arena. (Hay que quererlo, a pesar de todo…)

  7. Jejejeje… es verdad, D. Vidal, se quedaban los dedos pringados cuando cogías el disco… y además con pegotones gordos de color ocre…

  8. Para que luego digan que eso de la pre-compra lo inventaron los Marillion… y resulta que fue El Trilita. Lo que no se descubra en este blog, es que no ha ocurrido… 😀

  9. JL Ambrosio

    nada de acuarelas, sino serigrafia, amigo Vidal. la portada se la imprimieron en una empresa que se dedicaba a las camisetas. servidor tambien tuvo que ir con el coche a darle un porte de discos…

  10. Hay que ver, amigo Ambrosio… la servidumbre que era que algunos tuviésemos coche, jejejeje… adivine usted quien tuvo que hacerse todos los portes para traer los “27 Puñaladas” de las imprentas, los discos de las fábricas, llevar los ejemplares a plastificar, llevar a Correos los que se distribuían así, etc, etc…

    Pero la verdad es que era algo que hacíamos con gusto.

  11. Vidal

    Que va, Carrascus. Me podría acusar de picarme si estuviera defendiendo la cosecha de los noventa (de la que fui parte, después de todo). Yo sólo pretendía ser didáctico…

    Por cierto, que también se equivoca en eso del predicamento crítico y el favor del público: de la lista que exponía más arriba los de más éxito son (en este orden) Maga, Pony Bravo y Montevideo. Bueno, y Orthodox, aunque por otros motivos, que involucran a famosos bailaores flamencos y a músicos ingleses con la cabeza frita de ácidos…

  12. Que ya lo sé, hombre… que es que como Lali siempre anda defendiéndome a mí, me apetecía corresponderle esta vez…

    Por cierto, que a ver si en el Territorios logro encontrarle a Pony Bravo esa clave que parece encontrarle todo el mundo menos yo… que es que normalmente, como en el último “Rock en el Central”, me siento como el malo de la peli cada vez que se habla de ellos.

  13. J.I

    Estoy haciendo la cuenta a ver cuantos años hace desde 1988 y seguramente despues de ventidos años ,mis recuerdos mas importantes de ese año están relacionados con los conciertos a los que asistí de aquella Cita en Sevilla: Frank Zappa y The Wailers. Los disfruté de veras , y eso que en aquellos momentos tenía sobre mi toneladas de electricidad y aun no me había desecho de todas esas capas de distorsión que arastraba en mis gustos musicales de los 18 años. Con Frank Zappa estaba abrumado , no conocía demasiado su nusica pero me parecía impensable no ir a verlo. Fue realmente grande sentir su música y notar como me iva involucrando con su forma de entender los sonidos. Los músicos eran excepionales y cada vez que Zappa cogía la guitarra era realmente sublime.Recuerdo que estaba observando al tipo de público que asistió y me sorprendió ver gente con mas edad de lo que acostumbraba a tratar.Seguramente fue la primera vez que comprendí que existe un especimen de rockero indomable que permanece oculto en la masa de cuarentones y que de vez en cuando aparecen en estos eventos.Con The Wailers pasé un buen rato de Reggae , fue realmente entrañable ver a la banda de Bob Marley en plena forma.Creo recordar que cantaban un monton de personas y entre ellas estaba prácticamente toda la familia Marley incluida su esposa vestida de espectaculares y coloridas ropas.Sonaron todas las canciones míticas del repertorio ,y sonaron perfectas… Al menos ese es mi recuerdo.La lástima es que por mi edad y como estudiante tenía poco dinero y solo pude seleccionar aistir a estos dos conciertos. Joder ,mira que perderme a J.Cotton, a L.Cohen y a Silvio…

  14. Gracias, J.I, por la aportación sobre la noche de los Wailers, a la que yo no asistí y se quedó ahí arriba huérfana de comentario.

    Supongo que ya te habrás convertido también tú en “uno de esos cuarentones que de vez en cuando aparecen en estos eventos”, jejeje…

    Ya sabes donde tienes tu casa.

  15. Mª José

    Qué nostalgia escuchar aquéllas canciones. Yo participé en esta edición del certamen de la canción femenina (qué antiguo suena eso…) con una bossa de Pive. No seguí en el mundillo pero me hubiera gustado. Si tienes la grabación me encantaría escucharla, y si tienes fotos de los camerinos, los ensayos…
    Muchas gracias por traerme tan bonitos recuerdos.

  16. carrascus

    Hola, Mª José; no te había contestado antes porque ahora no paso mucho por aquí, jejeje… en el texto te mencionaba a ti y a tu bossa. Intentaré buscar tu grabación, a ver si anda por algún lado; si la encuentro no dudes de que te la pongo. Lo de las fotos ya va a estar peor (nunca me ha gustado sacarlas ni llevar cámara), pero puedo preguntarle al Ambrosio, que sí solía tirar bastantes de ellas. Un beso, niña. Bienvenida a esta casa.

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